Las últimas manifestaciones de los “indignados” nos demuestran hasta que punto la sociedad española ha llegado a perder los referentes. Una mínima parte de ciudadanos se manifiesta, y por arte de magia se convierten en grandes gurús de la sociología política, gentes a las que hay que escuchar ya que aportan grandes soluciones para nuestra sufrida patria, son grandes héroes que están dispuestos a dejar sus trabajos, sus exámenes y sus ocupaciones para decirnos al resto de los españoles que estamos equivocados, y aunque tengan que sufrir días de penuria en la puerta del Sol y otras plazas de España, por nuestro bien, están dispuestos a sacrificarse.
¿Cuáles son los méritos de estos grandes hombres?, no me refiero a méritos individuales, pues el colectivo es muy heterogéneo, ni siquiera me interesa entrar a analizar los comunicados, ni la diversidad de opiniones que este colectivo ha emitido. Creo que sus grandes méritos son dos: han sido capaces de manifestarse, con el gran peligro que ello conlleva, y son un número nada despreciable.
Con una clase política que salvo excepciones, sólo aspira a perpetuarse en el poder, y unos “intelectuales” y medios de comunicación, que salvo honrosas excepciones, viven de adular a las masas , son méritos suficientes para “darles cariño”, puede ser que en el futuro les sirvan para sus fines.
Las personas “normales”, los “Juan nadie” que nos dedicamos a nuestros quehaceres diarios, trabajar, estudiar, cuidar de nuestros hijos, participar en democracia al nivel de implicación que hemos decidido, pagar impuestos, multas de tráfico, hipotecas y tantas otras cosas “insignificantes” para el funcionamiento de nuestro país, algunas veces, como en este caso, tenemos la sensación de que no contamos.
Muchos de nosotros, de formas distintas por supuesto, tampoco estamos totalmente de acuerdo con el “sistema”, pero respetamos las reglas del juego, y aspiramos a cambiar lo que no nos gusta intentando convencer a nuestros conciudadanos. Estos grupos de “indignados” sin embargo incumplen la ley, no respetan las decisiones de la Junta Electoral, acampan en la vía pública sin permiso y desafían al Estado.
Me pregunto que superioridad moral tienen estos grupos sobre los demás ciudadanos para que el Estado haga dejación de sus funciones, además la función que inicialmente da sentido al Estado, hacer cumplir la ley.
Un problema grave de nuestro país es que tenemos un exceso de regulación que lucimos como símbolo de nuestra ciudadanía, a la altura de los principales países del mundo, generalmente en España somos los más modernos, los más demócratas, los más ecologistas, los mas avanzados en el reconocimiento de derechos, los más de los más. Después buscamos los más asombrosos vericuetos para saltarnos esta impresionante legislación.
Nuestros dirigentes a menudo hacen caso omiso de la expresión latina “Dura lex, sed lex” (La ley es dura, pero es la ley), y creen que para conseguir un “bien superior”, por supuesto siempre desde su punto de vista, pueden retorcer la ley o incluso saltársela, si además de esto, tenemos en cuenta que los infractores son muy numerosos, no sólo no actúan para hacer cumplir la ley, sino que si nos descuidamos encabezan la manifestación.
Estas actuaciones, propias de dirigentes sin ningún sentido de Estado, si que socavan la democracia, incluso la “democracia real”, que seguramente será la que les de el poder a estos colectivos que están en posesión de la verdad, por tanto si infringen la ley es por un “bien superior”.
Desde los griegos hasta ahora han existido grandes pensadores que con tesón e inteligencia han contribuido a definir la democracia, y otros que han sacrificado sus vidas para que disfrutemos de ésta, no voy a dar ningún nombre porque sería muy extenso, y mencionar unos cuantos me parece injusto, pero todos sabemos quien son estos grandes pensadores, y los pueblos que se sacrificaron para que en occidente tengamos el mejor sistema político posible.
Por supuesto que como todo concepto, y aplicación del mismo, la democracia puede mejorar, y además estoy convencido de que lo hará, pero no podemos poner en peligro todos los avances conseguidos, por las veleidades de un grupo tan heterogéneo como los “indignados”, que ni ellos mismos saben lo que quieren, si es que todos quieren lo mismo.
Lo que me preocupa es que muchos de nuestros representantes se sientan intimidados o acomplejados ante los argumentos inconsistentes de estos grupos, es verdad que hay una crisis que hace que la mayoría de los españoles vivamos peor que hace unos años, es normal que la gente proteste con toda la razón, pero no podemos permitir que grupos antisistema parasiten estos movimientos de ciudadanos descontentos.
Los políticos tienen también una función pedagógica, para que sus medidas a demás de efectivas, cuenten con la aprobación de los ciudadanos; en este país echamos en falta ese liderazgo basado en la razón y la convicción. . En los momentos difíciles en los grandes países han surgido grandes líderes que han exigido de sus ciudadanos los sacrificios necesarios para salir a delante, baste el ejemplo de los tan recurridos Kennedy y Churchill, el primero incluso por Zapatero, cuando parafraseando a Kennedy dijo: “No nos preguntemos que puede Obama hacer por nosotros sino que podemos hacer nosotros por Obama”.
En España hemos entrado hace tiempo en un feedback muy peligroso, los ciudadanos elegimos políticos demagogos que nos prometen la felicidad sin esfuerzo, solo tenemos derechos, y los políticos cuando están en el poder son más condescendientes con los ciudadanos que se salen del sistema que con los que cumplen con sus obligaciones. Una sociedad que no premia la inteligencia y el esfuerzo está abocada al fracaso.